Ahora
resulta que en Baleares los médicos, cada vez que ponen el fonendoscopio
en el pecho
de un paciente, tiene como obligación decir: digui trenta-tres. Si no lo
hacen
no podrán seguir ejerciendo como sanitarios en las islas. O aprenden
catalán o se vuelven a la península. Decir diga treinta y
tres, así en español, es un atentado contra el pueblo balear que seguirá
puro, lingüísticamente
hablando, pero tosiendo como perros con catarros mal curados. Es como si
aquí,
en el ambulatorio, el practicante estuviera obligado a espetar a cada
nalga por
pinchar: esto no le va a doler ni pollas. Preo debe ser un ni pollas con
la elle arrastrada y
cantarina que debería pronunciar como un nativo de San Ildefonso o
Peñamefécit.
Imaginaos, amigos lectores, oposiciones a enfermero en el que primara
más la pronunciación
de la jota que el conocimiento de las glándulas de bartolino. Test de
ejecución
de una consonante fricativa velar sorda suspendido por que el aspirante a
tirado más a aproximante palatal o la diccción le ha salido demasiado
parecida a una africada postalveolal. Un suspenso como la Catedral y la
plaza de Santa María.
Así que después de varios años y varias ofertas de empleo público las plantilla
de la sanidad pública jienense estarían copadas por gente que recordaría a
Piturda entre tac y tac, y resonancia magnética y resonancia magnética. Peña
con bata blanca que sabría mucho de la leyenda del lagarto de la magdalena y de
polla gorda el hornero porque estos serían temas que pesarían más que su destreza
con la hipodérmica a la hora de conseguir un puesto en algunos de los
hospitales de la red pública. A
lo
mejor esto os puede sonar demasiado radical o extremado pero visto lo
visto, oído
lo oído y sentido lo que hay que sentir en estos últimos meses a los que
nos
gobiernan se les está yendo la cabeza o se les esta cayendo la careta y
ya muestran sus vergüenzas e incompetencias. No veo lógico que se
defienda el uso de un
idioma con pancartas escritas en inglés: freedom to speak in spanish o
que se
premie a un profesional por su acento en lugar de por su conocimiento.
—
es un pésimo cirujano pero tiene un acento taaaaan nasal que da gloria oírlo. Los pacientes se le mueren pero se van al otro
mundo escuchando su idioma materno.
—llevo
más de tres años con un dolor en el lao pero mi médico de cabecera es de Jaén,
Jaén. No da con la tecla para curarme pero me receta oír, cada cocho horas, las
marchas del maestro Cebrián.
—pá
que quieres a una eminencia que te cure a la primera si no sabe lo que es irse
de carriles o dónde está La Pilarica.
—eso,
eso menos títulos y másteres en medicina y más certificados de jaenensismo.
—que
te atiendan en un hospital de Jaén con acento zamorano, pontevedrés o
valenciano me pone malo.
—y
a mí. Que nos receten en jienense…
¿Absurdo?
Démosles tiempo
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