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EL BASTÓN DELATOR


La política en está provincia está hecha de misterios. El poder es un muro levantado con los ladrillos cocidos en el horno de la conspiración. Los escaños, los bancos, los palcos presidenciales y los sillones de altos respaldo están gualdrapeados con las pieles de los que se quedaron atrás. Salones y pasillos de palacios y casas consistoriales guardan ecos de conversaciones y asuntos muy delicados que han ido impregnando yesos y mamposterías hasta formar parte del continente. Sucedidos. Porsiacasos. Ceses. Traiciones. Ascensos. Desprecios. Amores. Odios. Tan maravilloso contenido no para de crecer y, de cuando en cuando, emerge por las fisuras de la más fina marquetería. Se asoma por entre los paños de delicados estantes ocupados por tratados de ética y moral. Lo normal es que, por la fuerza de la gravedad y por su gravedad caigan a plomo a sótanos y entresuelos olvidados y allí, mohosos, esperen a ser descubiertos. Tal y como le ocurrió a aquel trozo de madera de pino laricio en el que fue tallado la vara de mando del burgomaestre de la muy serrana y muy hermosa localidad de Orcera.
Cuentan las crónicas ideales del finiquitado año 17 que la aparición del símbolo de mando orcereño apareció empotrado en un falso techo. Tal como si un vengativo Montresor lo hubiera confundido con Fortunato y lo hubiera enterrado para siempre entre vigas y escayolas. Una barrica de amontillado serrano. La casa consistorial más bien me recuerda a la casa Usher poco antes de su hundimiento. Roderick y lady Madeline vagando por las lomas llenas de pinares
Narra Laura Velasco, emulando a Poe, que la vara anduvo perdida largo tiempo: «unos días antes de la toma de posesión, en 2011, de Sergio Rodríguez Tauste (PSOE), el bastón de mando desapareció de la alcaldía de Orcera. Pasados seis años y medio, durante unas tareas de mantenimiento de la climatización del Ayuntamiento el viernes 15 de diciembre, apareció en un falso techo el bastón de mando. Ya se encuentra de nuevo en la alcaldía para que pueda ser utilizado por el nuevo alcalde de Orcera, Juan Francisco Fernández López (PSOE).»
Las leyendas cuentan que en aquella sala, durante todo ese tiempo, si se ponía atención. Si se aguzaba el oído se podía escuchar el repiqueteo de una contera: toc, toc, toc. Una especie de latido vegetal y ebanistero: toc, toc, toc. Y una voz susurrante: «escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar… ninguna mancha… ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo… ¡ja, ja
Desde que los operarios rescataron el bastón jamás se ha vuelto a escuchar ni un solo ruido en esa sala. Toc, toc, toc

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